No hay por qué resignarse al dolor
Tener más años no significa tener que aguantar dolor.
Muchos pacientes mayores sufren innecesariamente porque piensan que no existe solución o por miedo a los efectos secundarios de los tratamientos.
El dolor crónico limita la movilidad, empeora el ánimo y reduce la calidad de vida. Abordarlo de forma correcta permite disfrutar de los últimos años con mayor autonomía, menos limitaciones y más bienestar.
Un tratamiento adaptado a cada persona
En el anciano es cierto que hay que actuar con más cuidado:
- Valorar enfermedades previas (corazón, riñón, hígado, estómago).
- Ajustar las dosis de los fármacos.
- Evitar interacciones con otros tratamientos.
Pero con criterio médico y técnicas adecuadas, es posible controlar el dolor sin poner en riesgo la salud.
Opciones seguras para el tratamiento del dolor en ancianos
- Medicamentos ajustados a la edad: analgésicos, neuromoduladores y fármacos específicos con control estrecho.
- Infiltraciones ecoguiadas: alivian el dolor de articulaciones y nervios sin dañar otros órganos.
- Terapias regenerativas (PRP, citoquinas): estimulan la recuperación de tejidos dañados.
- Bloqueos nerviosos y radiofrecuencia: técnicas avanzadas para dolores resistentes.
- Apoyo en sueño y ánimo: mejorar el descanso y tratar la ansiedad asociada al dolor.
Mejorar la calidad de vida, incluso en edades avanzadas
El objetivo no es solo reducir el dolor, sino también:
- Recuperar movilidad.
- Favorecer la independencia.
- Mejorar el ánimo y la calidad del sueño.
- Aportar dignidad y bienestar en una etapa vital en la que cada día cuenta.
Conclusión
El dolor en el anciano no debe normalizarse. Existen opciones seguras y personalizadas para cada paciente, que permiten vivir con menos dolor y más calidad de vida.